Por supuesto no hablo de larvas, si no de esa especie tan retrasada llamada ser humano.
El ser humano común observa sus fotos de hace dos años, o incluso uno, en tuenti, y no puede creer lo que ven sus ojos. Pelo enmarañado, mirada perdida y, OH DIOS MÍO, sin raya ni maquillaje, y ropa cavernaria. Los pantalones de pana pueden finiquitar este horror y mandar directamente al sujeto en cuestión al ambulatorio. <<Pero si era un puto orco>>, piensa, grita o publica en la página web de El País. Ante esta frase se pueden dar dos reacciones variantes:
-Efectivamente, antes eras un orco, pero ahora que te compras ropa en Zara y llevas el pelo engominado y sales de fiesta, no.
-Efectivamente, antes eras un orco, ahora has conseguido el status de gollum.
Si seguimos el esquema de las redes sociales, suele darse el caso de que el homínido en cuestión decida observar antiguos comentarios kKaAreEntEsh dEhh tOodaH lòòjIkaAh y, en definitiva, vergonzosos, en los que cada frase terminaba con un te quiero regalado cual caramelo el día de la cabalgata de reyes. Esto lleva metódicamente al metroflog y su mecagoenlamierdaerauncompletogilipollas. Pero eso es terreno vedado. La última foto del mío es un lobo con los ojos brillantes. Sí, me he metido a ver.
Supongo que tenía que darle un matiz algo más cómico al asunto. Hace poco vi un capítulo de CCAVM en el cual todos se daban cuenta de los pequeños defectos de sus amigos de pronto y empezaban a no soportarlos. Se les rompía el cristal, aquel que aún nos envuelve al abandonar la crisálida.
Quizás deba llamar a ese cristal sociedad. La sociedad que te incita a pensar en el qué dirán, en lo raros que son ellos, en que no encajas porque te has quedado demasiado tiempo dentro del cascarón pero con los ojos bien abiertos. Y de pronto te das cuenta de la realidad, de que te importa lo que dice la gente, de que no quieres seguir igual, de que, en definitiva, te ha golpeado la sociedad.
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Francamente, querida, me importa un bledo. |
Después de todo, mañana será otro día.