-¿Cómo estás?
-¿Vuelves de nuevo, cielo?
-Es lo que estabas buscando, ¿no?
-Sólo para decirte que me dejaras en paz.
-No te echo de menos, amor.
-Yo a ti tampoco, pero echo de menos el amor que te tenía. ¿Sabes ese momento en el que deberías recordar todo lo malo pero te rebelas contra ti mismo y sólo piensas en lo bueno? En aquellos momentos juntos, en las palabras que me decías, cuando me llamaste princesa y no le di importancia, y de pronto comprendo que quizás debí sonreír y besarte, en los paseos por la calle, y en la música de ambiente, y en cuando me tocaste donde no debías y me susurraste a la oreja y en lo guapo que estabas cuando me diste ese beso de película, ¿te acuerdas?
-A veces vuelven a mi memoria, pero todo está empañado.
-Sí, embarrado porque lo que era bonito lo convertimos en grotesco y creamos un monstruo alimentado con odio. Lo malo lo reprimo, ¿sabes? Me avergüenzo de ello, pienso que fui inmadura, o que actué mal, y que metimos la pata hasta el fondo y terminamos de mierda hasta el culo. De pronto me vienen a la mente tus frases hirientes y vomitivas por las que te quería tirar al suelo de un guantazo, me vienen a la mente los últimos días que pasamos juntos y lo mal que estaba yo y lo apático que estabas tú, recuerdo tu actitud de hombre superior y todo eso me da escalofríos y hace que me doble sobre mí misma y eche fuera toda esa mierda que hizo que no aguantara más tu presencia ni tu cara de inocente y que ahora te odie de esa forma con la que sólo odian los corazones tristes.
-Sabías a lo que te enfrentabas desde el principio.
-No me jodas. Siempre pensamos que podremos cambiar a alguien, que con nosotros será diferente porque actuaremos de forma distinta. Yo busco los retos, busco a alguien que me aporte un juego cuyo premio es su amor incondicional. Siempre ha sido así, y no lo puedo cambiar. Las bandejas que me sirven me parecen aburridas, yo busco algo más suculento, de una belleza que sólo yo puedo descubrir, con un detalle que lo haga único y exclusivo para que cree una historia para mí, y sólo para mí, una historia que hable de dragones y magia y cuentos de hadas y el amor imposible que al final triunfa. Y siempre sé cómo acabará el libro antes incluso de empezar a leerlo, por eso a la mitad lo tiro y cojo otro, o simplemente lo pierdo antes de llegar al ''y fueron felices para siempre''. Y, ¿sabes? Ahora que la rutina cae sobre mí, ahora que mi biblioteca particular se ha terminado y ya no hay nada nuevo ni interesante por leer ni releer, ahora que tú, que fuiste lo único en lo que de verdad me volqué en toda mi vida, ahora que ya no estás y que has robado ese libro sin dignarte siquiera a dejarlo en mi posesión y has creado un vacío inmenso de odio nocturno, ahora estoy perdida, ahora no sé qué hacer si me has soltado entre tanto viento y tantas olas y me ahogo porque he decidido que ya no sé nadar y que nunca volveré a aprender. Ahora es cuando la pesada losa de la gris ciudad cae sobre mí y me pregunto si algún día volveré a vivir una novela como esta, como la que te dije que estaba escribiendo y que al final descubrí que no tenía nada que ver contigo porque tú jamás serás el protagonista de tu propia historia. Responde, ¿me quisiste de verdad?
-Sí. Una vez. Supongo que después creí que te quería.
-Y supongo que yo quise creerme que lo creías de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario