sábado, 9 de julio de 2011

Ángel Caído.

I

Estúpidos Humanos.

-Nunca he contado esta historia, y dudo mucho que vuelva a contarla. […] Ahora bien, si te parece que me voy por las ramas, si te parece que divago, recuerda que las historias reales pocas veces toman el camino más recto.
El nombre del viento, Patrick Rothfuss.


Nunca distinguirás el bien del mal.
No, qué va, ni siquiera sabrías diferenciar a un colibrí de un avión, estúpido humano (o lo que quiera que seas). Pero no te sientas mal, nadie sabe a ciencia cierta cuál es la frontera entre dos términos tan ambiguos, ni siquiera yo. El caso es que la luz y la oscuridad se pueden ver de formas muy distintas dependiendo de quién seas. Pongamos el caso de que eres Hitler. Sí, aquél dictador tan idiota, bajito y homosexual que consiguió dominar Alemania -pero no se lo tengamos en cuenta a esta gran nación-. Bien, pues si tú fueras él, para ti los malos serían los judíos y los gitanos y todos esos a los que tanto odiaba sin razón aparente. Pero si fueras un gitano, por ejemplo, el malo sería Hitler. No sé si mi concisa y exquisita explicación te ha entrado en el cerebro, pero tampoco espero que lo entiendas. De hecho me da igual, si estás leyendo esto es que lees mis memorias y eso no está bien. No, no, pedazo de cotilla. ¡Deja ya el cuaderno o mi ira caerá sobre ti!
En fin, el bien y el mal son solo ideas vaporosas que se funden en el aire y en la mentalidad de una persona, que cambian constantemente y que no se diferencian en mucho. ¿Qué no haríamos por bondad? ¿Y por maldad? Quizás las mismas cosas, quién sabe. No habría luz sin oscuridad, del mismo modo en el que no habría oscuridad sin luz. Así que, querido/a entrometido/a, plantéate la siguiente pregunta: ¿a qué bando perteneces?

Esa misma cuestión llevo intentando contestar desde que nací. No, no era un bebé diabólico, cacho mentecato. Pero es que ya no me acuerdo de cuándo comencé a irme por las ramas, así que supongo que comencé en mi tierna infancia. No sé... Hace tanto que existo... Pero no le echéis las culpas a mis padres, ellos eran muy majos. Aquí el mérito es, única y exclusivamente, mío.
Siempre tuve una forma de ver el mundo muy... diferente a la de los demás. Se supone que los míos saben qué hacer desde que sus cabecitas asoman al exterior. Vale, pues... Yo debo de ser tonto. Marcamos un eslabón muy importante en la cadena de la vida, una vida en la que cada uno se sabe muy bien su papel. Un único papel para todos: mantener el orden natural. El orden que vosotros, humanos, os esforzasteis en destruir desde que llegasteis a la Tierra. Él sabe que yo no quise hacer nada malo -bueno, no. No lo sabe-, en esos momentos creí que era lo correcto, era joven y emprendedor y...
Y no salió como esperaba.
Querido lector, empecemos de una vez. Creo que no te estás enterando de mucho, pero te diré algo que te aclarará todo. Una simple frase, una oración.
Me llamo Lucifer.

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