lunes, 28 de noviembre de 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

Quizás deberíamos besarnos para romper esta tensión.

Me han contado cómo es en varias ocasiones, y lo he escuchado de los labios de mucha gente. Lo he rozado con la punta de los dedos, de puntillas, para llevarme a la boca una fina película de luces que bailaban sobre mi piel y sabían amargas. Lo he espiado como una niña curiosa desde el anonimato de una mirada de reojo, y he estado cerca de él en tercera persona. Me ha provocado algunas sonrisas tontas y un extraño brillo alegre en los ojos, ya sabéis, eses detalles que te hacen parecer mucho más guapa y libre y loca, y todo a la vez, y que mueven tu pelo al son de la luz y todo es perfecto. He creído que lo tenía cada vez que se asomaba por mi puerta, como si fuera la cazadora más competente del lugar y mi arma fueran las caricias y los besos. Pero, al final, lo único que había atrapado eran ilusiones, oasis de arena en un desierto de piedra.
El amor. ¿Qué es exactamente? Te lo cuentan las personas que fueron afortunadas de sentirlo pero, en cuanto acaba para ellas, te dicen que es una mierda -siempre utilizan el mismo adjetivo, es una especie de acuerdo tácito-. Lo ves en las películas, en las series, en los libros... Un amor tan fuerte que crea una historia a su alrededor, una historia tan buena que pagas por verla. Te engaña, eso no es amor, actúan. Como en la vida real. Somos los actores y las actrices del gran teatro del mundo e improvisamos bien nuestros papeles. Algunos mejor, otros peor, depende del guión que te haya tocado. Ni siquiera sé si puedes cambiarlo por otro, quejarte porque no te gusta, decidir sobre tu destino. Supongo que, cuanto mejor lo interpretes, más protagonismo tendrás.



Less love.

miércoles, 23 de noviembre de 2011


Recuerda que las cosas más bellas del mundo son también las más inútiles.

martes, 22 de noviembre de 2011

Pitonisa oficial.

Llevaba buscando la inspiración mucho tiempo; ya la he encontrado. Apodaré a mis musas Autocompasión y Gloria Perdida, aunque siempre he pensado que los nombres no condicionan para nada a una persona. Pero son  invención mía, así que hago lo que me de la real gana con ellas y su destino. Ojalá pudiera decir lo mismo del mío.
Y, sé que estás leyendo esto. Bueno, tú y muchas personas más. Que sepas que, coño, que te quiero. Así, a lo cursi. Pero es la verdad, eres como mi hermana. Y eso no va a cambiar nunca. Antes tú que yo y que cualquier hombre, mujer o niño.
Creo que por eso mismo me duele, aquí en algún hueco que no logro discernir, porque sé que está debajo de la garganta y por encima del pecho. Ni siquiera sé describir como me siento, y no debería publicar esto porque te vas a sentir peor. Lo siento, aquí es donde vuelco los cubos de mierda cuando los he llenado del todo, lo siento (y sí, lo repito para darle énfasis al asunto. I apologize myself).
No es por él, porque tengo claro que esa hoja estaba a punto de pasarla, solo que su nombre aparecía en algunas líneas de mi nuevo capítulo, como pequeños dardos envenenados. Mi dosis diaria de silencio y rencor cada mañana, así lo veía. Bueno, así lo veo. O quizás no. A lo mejor me río, porque, qué coño, la situación es muy surrealista. Pero sé que no quiero verlo, no más. En qué maldita hora me fui a cruzar con ese bicho.
Me va a costar expresar lo siguiente, pero cojo aire y soplo.
Supongo que lo peor es que seas tú, porque a ti no puedo odiarte. Y créeme, sería mucho más fácil si pudiera hacerlo, si fueras otra. Lo más complicado va a ser saberlo e intentar hacer oídos sordos. No me vas a poder contar nada, no me voy a poder alegrar por ti ni comentar cada mínimo gesto que haya hecho durante vuestra maravillosa tarde, que habrá sido vuestra y quizás tenga similitudes con las mías. Incluso si pudiéramos hablarlo tranquilamente me podría anticipar a ti y decirte lo que pudo haber pasado a continuación, porque al fin y al cabo los chicos siguen siempre las mismas pautas. Y en eso se basa una amistad, en contarse ese tipo de cosas y alegrarse por la gente. Y yo, y odio decirlo, y me odio a mí misma, no me voy a poder alegrar por ti.
Pero quizás sí dentro de un tiempo. Bien pensado, no me siento mal por lo que pude haber sentido por él, si no porque... porque esto viene de ti. Sí, eso es lo que me produce esa molestia que no puedo localizar, pero sé que no son celos, ni rabia, ni odio. Quizás me sienta un poco traicionada. Siento decirlo así, de golpe, y por aquí después de la charla que hemos tenido. Esto no es la traición de las novelas de pasión que llevará a la venganza fría, no. Es quizás que quiero reprocharte un poco las cosas. Pero te comprendo, y me pongo en tu lugar, y sé muy bien que yo también lo hubiera hecho. Desde luego, lo que no voy a permitir es que nos distanciemos por ESO, y que ni se te pase por la cabeza que quiera.

No me siento mal. No tengo ganas de vomitar ni me tiemblan las manos. Sólo estoy un poco triste, nada más, y sigo sin saber la razón exacta, pero sé que mañana se me habrá pasado. Y sé que, dentro de un mes, podré reírme de esto como nunca antes lo he hecho nunca.
Lo importante aquí es que seamos felices, las dos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

On fire.

Adoro ver cómo la vida pone las cosas patas arriba. 
Pero no ha sido la vida lo que ha cambiado. Creo que he sido yo. Llamémoslo actitud azul, azul fosforito. He subrayado lo más importante de mí y me he dado cuenta de que ya me sé la lección. No entera, pero casi, y, al fin y al cabo: ¿qué estudiante va a un examen con todo aprendido? Lo divertido es ir improvisando sobre la marcha, y echar a suertes las preguntas tipos test que no te sepas. Tienes un 25% de posibilidades de acertar y muchas pruebas más para recuperar tus errores. Y si te piden que justifiques la respuesta, siempre puedes echar mano de la imaginación. A mí, por lo menos, me está funcionando.

martes, 8 de noviembre de 2011

Va por ti.

Había una vez un árbol, un árbol... No, eso no. No había ningún árbol, qué más da el árbol. Un árbol nunca ha sido importante en una historia, a no ser que hablara de árboles. Así que había una roca, una roca que no sabía hablar, porque las rocas no saben hablar. Tiene sentido, claro. Esto no puede tener sentido, aunque sea un sentido crítico. No.
Había una vez un río de agua clara y cristalina... Contaminado. Sí, estaba contaminado. Cómo no va a estar contaminado, si hoy en día no queda nada limpio.
Así que había una vez una persona -las personas, por desgracia, sí que son importantes-, una persona que creció en una sociedad sin árboles, donde todo estaba poblado de altas rocas que no hablaban y donde vivía la gente, gente que bebía agua del grifo contaminada. Y también llovía de vez en cuando. Lluvía ácida. Abundante.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Me vais a comer el rabo.

Si no existiera la moral, doy fe de que estaría brincando desnuda. Estaría besando por la calle a chicos aleatorios por el simple hecho de ser feliz. Aquí también entraría la ignorancia, sí, porque seguro que un niño de cinco años lo haría. Pero le frena la sociedad. Y el orgullo, oh, el orgullo. No puede existir persona en el mundo más orgullosa que yo, que prefiero caer desde un rascacielos a dar el brazo a torcer. Es que no reconozco nada, me niego a mí misma la verdad. A MÍ MISMA, a la única persona con la que puedo ser sincera... DIOS. Quizás hiciste mal. No, no hiciste mal. Cállate Dory, no eres mi conciencia. Lo mejor es que ya no me acordaba de que me he comprado un nuevo perrito con el que divertirme. Tampoco me consuela, está lleno de paja. Es un yorkshire feo, a mí me van más los huskys. Son, desde luego, mucho más listo. Como ves estoy escribiendo lo primero que se me pasa por la cabeza, pero es que estoy en esos momentos de revolución hormonal mezclados con la pantalla del ordenador. Mis estrógenos deben haberse encerrado en Asamble Nacional Constituyente, hartos de que sea el cerebro quien los controle con poder absoluto. División de poderes en ejecutivo, lejislativo y judicial. Bien, el problema es, ¿qué darle a cada parte? Creo que a a mi esfínter le daré el ejecutivo, para que lo mande todo a la mierda. Y el legislativo, que se lo quede el corazón. Qué cursi suena. Pero es la verdad, él dicta las leyes, leyes que acata el cerebro, poder judicial. El problema es que si el juez que hay dentro de tu sucia cabecita no ha estudiado, no hay mucho que hacer. Ignorancia por recortes en la educación. A la mierda. ME voy al monte, a comer castañas y rezar a Dios. Suena bien.