sábado, 12 de marzo de 2011

No me mires.

Mírame, estoy en un paisaje idílico evadiéndome del mundo. Es lo que siempre quisiste.


Me he envuelto en la monotonía. Me he estancado en la tan temida rutina que vive todo ser viviente. Llevo demasiado tiempo haciendo lo mismo.
Antes, cuando me cambiaba de colegio cada 2 años me quejaba, ahora... Ahora pienso que es lo único que me impediría gritar como una loca en estos momentos. Necesito irme y vivir el otro lugar, y no hacer las mismas cosas dçias tras día tras día... Las expectativas del verano son buenas en agosto, ¿pero y el resto de las vacaciones? ¿Qué haré aquí metida todos estos meses? No, no puedo, solo pensar en ello me agobia. Si pudiera ir a Grecia, a Italia, a cualquier maldito lugar lejos de España, que me tiene harta. Incluso si pudiera ir a Sevilla. Siempre me ha gustado Andalucía.
Pero sé que no puedo desprenderme de lo que he ganado aquí. No podría cambiar de instituto así por las buenas, porque he echado raíces y ahora me nutro del húmedo ambiente Vigués. Se me presentó la oportunidad en forma de beca a EE.UU, y yo ni siquiera lo intenté por seguir aquí, en la rutina, con mi gente. Pero la gente, por mucho que la quieras, termina aburriéndote. Esto suena tan cruel... Yo antes no era así. La amistad estaba por encima de todo. Ahora por encima de todo estoy yo, como en un sistema capitalista. Lo malo de esos sistemas es que tienen crisis periódicas. Yo tengo crisis periódicas. Antes no.Antes era una niña, ahora he madurado, y eso es lo que conlleva: comerte tanto el coco que terminas loca. Solo me enorgullezco de una cosa: no recuerdo la última vez que he llorado por algo que no valía la pena. Solo derramo lágrimas por aquello que me importa, lo último, mi madre. Pero eso ya es otra historia.
Ahora, déjame volar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario