Bien, voy a relajarme un poco. Me he dado cuenta de que escribo en mis peores etapas, o por lo menos en mis momentos sensibles.
He llegado a la conclusión de que soy una caprichosa. En realidad no quiero una cosa, pero si no me la dan me enfado. Cual mocosa. No sé diferenciar un momento fugaz de la cadena perpetua, o quizás la idea de cadena perpetua me emocione demasiado. Desde pequeña he buscado al príncipe azul, convencida de que existía. Si tú estás dispuesta a enamorarte, ¿por qué no van a estarlo los demás? Esa era mi filosofía. Pero con los años se aprende, y ya me voy desengañando. Romeo y Julieta son personajes de ficción por algo, y es que nunca ha habido tal idilio romántico. No, el amor verdadero no existe, quizás sí la atracción, pero es pasajera. Mi mente empieza a asumirlo, ya solo queda dar el paso hacia el frivolismo. No más hormonas revolucionadas, no más sentimientos contradictorios, no más ilusiones sin fundamento. Envidio a los del género opuesto, ellos hacen esto sin proponérselo. Es admirable y repulsivo a la vez,
Porque ahora la gente se conforma con unos besos efímeros, como si eso te pudiera llenar. O, quizás, lo toman como una colección. A ver quién se ha llevado más medallas de oro, o el premio gordo, quien tiene la lista más larga de nombres importantes. Me pregunto si es un convenio de esta sociedad siglo XXI o ha pasado siempre así. Si lo llevamos en los genes.
Me despido con una cancioncilla que ya conocía antes pero que Y. ha rescatado del baúl de los recuerdos. Muy significativa, además.
Thanks for the memories.
No hay comentarios:
Publicar un comentario