jueves, 13 de diciembre de 2012

Te enamoraste del amor.

-¿Cómo estás?
-¿Vuelves de nuevo, cielo?
-Es lo que estabas buscando, ¿no?
-Sólo para decirte que me dejaras en paz.
-No te echo de menos, amor.
-Yo a ti tampoco, pero echo de menos el amor que te tenía. ¿Sabes ese momento en el que deberías recordar todo lo malo pero te rebelas contra ti mismo y sólo piensas en lo bueno? En aquellos momentos juntos, en las palabras que me decías, cuando me llamaste princesa y no le di importancia, y de pronto comprendo que quizás debí sonreír y besarte, en los paseos por la calle, y en la música de ambiente, y en cuando me tocaste donde no debías y me susurraste a la oreja y en lo guapo que estabas cuando me diste ese beso de película, ¿te acuerdas?
-A veces vuelven a mi memoria, pero todo está empañado.
-Sí, embarrado porque lo que era bonito lo convertimos en grotesco y creamos un monstruo alimentado con odio. Lo malo lo reprimo, ¿sabes? Me avergüenzo de ello, pienso que fui inmadura, o que actué mal, y que metimos la pata hasta el fondo y terminamos de mierda hasta el culo. De pronto me vienen a la mente tus frases hirientes y vomitivas por las que te quería tirar al suelo de un guantazo, me vienen a la mente los últimos días que pasamos juntos y lo mal que estaba yo y lo apático que estabas tú, recuerdo tu actitud de hombre superior y todo eso me da escalofríos y hace que me doble sobre mí misma y eche fuera toda esa mierda que hizo que no aguantara más tu presencia ni tu cara de inocente y que ahora te odie de esa forma con la que sólo odian los corazones tristes.
-Sabías a lo que te enfrentabas desde el principio.
-No me jodas. Siempre pensamos que podremos cambiar a alguien, que con nosotros será diferente porque actuaremos de forma distinta. Yo busco los retos, busco a alguien que me aporte un juego cuyo premio es su amor incondicional. Siempre ha sido así, y no lo puedo cambiar. Las bandejas que me sirven me parecen aburridas, yo busco algo más suculento, de una belleza que sólo yo puedo descubrir, con un detalle que lo haga único y exclusivo para que cree una historia para mí, y sólo para mí, una historia que hable de dragones y magia y cuentos de hadas y el amor imposible que al final triunfa. Y siempre sé cómo acabará el libro antes incluso de empezar a leerlo, por eso a la mitad lo tiro y cojo otro, o simplemente lo pierdo antes de llegar al ''y fueron felices para siempre''. Y, ¿sabes? Ahora que la rutina cae sobre mí, ahora que mi biblioteca particular se ha terminado y ya no hay nada nuevo ni interesante por leer ni releer, ahora que tú, que fuiste lo único en lo que de verdad me volqué en toda mi vida, ahora que ya no estás y que has robado ese libro sin dignarte siquiera a dejarlo en mi posesión y has creado un vacío inmenso de odio nocturno, ahora estoy perdida, ahora no sé qué hacer si me has soltado entre tanto viento y tantas olas y me ahogo porque he decidido que ya no sé nadar y que nunca volveré a aprender. Ahora es cuando la pesada losa de la gris ciudad cae sobre mí y me pregunto si algún día volveré a vivir una novela como esta, como la que te dije que estaba escribiendo y que al final descubrí que no tenía nada que ver contigo porque tú jamás serás el protagonista de tu propia historia. Responde, ¿me quisiste de verdad?
-Sí. Una vez. Supongo que después creí que te quería.
-Y supongo que yo quise creerme que lo creías de verdad.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Starway to Heaven.

Hacía tiempo que no vomitaba las palabras a través de la protección que me brinda una pantalla. Llevaba meses queriendo escribir lo que pienso para aclararme las ideas, hacerme una autoanalítica y diagnosticarme estupidez mental. Coger todo este revoltijo de cosas y de sentimientos y de incongruencias que llevo dentro, esparcirlo por el suelo y seleccionar cada punto uno a uno, estudiándolo detenidamente. Y llevo tanto sin tener una charla de esas conmigo misma que ya no sé si encontraré la forma de ordenar todo este desorden.
Pero por intentarlo tampoco pierdo nada.
Han pasado demasiadas cosas. En menos de seis meses he descubierto que, si bien sabía que me faltaba mucho por madurar, no veía el largo y ancho camino que aún me queda por recorrer. Pero me han hecho avanzar de una patada, me han impulsado con fuerza unos seiscientos metros más allá de donde me encontraba, y ahora trato, confusa, de encontrarme a mí misma, de ver con claridad el lugar en el que estaba y acostumbrarme a este tan nuevo y tan grande y ahora tan vacío. Por una parte he descubierto un mundo distinto, el mundo real en el que yo no soy una losa imperturbable a la que pocas cosas le afectan. Por fin he aprendido a no negar lo evidente, a ser sincera con la persona más importante de mi vida: yo. Y me ha costado 17 años. He aprendido lo que es cometer errores de verdad, tan grandes que desearías tener una máquina del tiempo, que pagarías lo que fuera por ella, sólo para volver al pasado y asesinarte en cualquier esquina por lo idiota que fuiste. Pero también he aprendido a aprender de esos errores y me he dado cuenta de que, con el tiempo, todo lo malo se convierte en bueno, aunque muchas cosas buenas terminen siendo malas.
He estado a punto de transformarme en aquello que terminé detestando. He estado a punto de convertirme en ti. Sí, poco a poco me contagiaste tu manera extraña de ver las cosas, esa manera tan contaminada que tienes, tan influida por tus héroes de papel, tan manchada por una sociedad de la que reniegas pero quieres dominar. Me pegaste la indiferencia moral hasta tal punto que creí que era algo bueno, algo que me situaría cerca de la salida de la caverna de Platón. Me embaucaste, me confundiste, me ofreciste aquello que más ansiaba y lo llamaste libertad, y después me metiste en una jaula de mentiras y desconfianza. Y yo trataba, inútilmente, de llamar tu atención tras los barrotes, te gritaba que me sacaras de ahí dentro, te gritaba que me estaba pudriendo, que estaba empezando a cogerte asco, que iban a aplastarme tus mentiras y las mentiras que creía que me contabas, porque llegó un momento en el que ya no me creí ni tu nombre ni el mío. Casi me llevas por ese sendero de falsa aventura, de falsa promesa de autodestrucción, de conocimientos, de descubrir quién soy, de quererme tanto a mí misma que tú ya no me harías falta, y entonces podría desprenderme de tu recuerdo, y de todos los lugares en los que me besaste, y por fin decir: ''todos aquellos ''yo también te quiero'' te los dije sabiendo que tú me mentías y que sabías que yo respondía a esa mentira mintiendo''. Y sonreír y girarme y caminar hacia la puesta de sol con una música triste de fondo, quizás de the Doors, la canción de The End, o quizás alguna de Bob Dylan y su toque de folk, con tus ojos siguiéndome con tristeza y melancolía pero sabiendo que se acabó, conformándose con las últimas palabras de la persona que creyó, como muchas idiotas piensan, que podría cambiar la personalidad del hombre.
He estado a punto de sucumbir, pero mi personalidad es más grande que la tuya y, aunque nunca ganó ninguna batalla, en el fondo los dos sabemos que se merece estar por encima de ti, allá dónde sólo puedas apreciarla como un diminuto punto junto al que te gustaría estar.
Es curioso, porque en realidad tú significaste mucho más para mí de lo que yo llegaré a significar nunca en tu vida. Tú ya habías vivido esa parte del camino en el que me enseñaste a creer, mientras yo daba palos de ciego muy agarradita de tu mano, pidiéndote que no me soltaras nunca. Y tú, riéndote, me llevaste hasta el borde el barranco, soltaste mi mano, me dijiste que te esperara ahí, que volverías algún día, pero que no era el momento adecuado, y me deseaste buena suerte para el sendero tan largo que me queda por recorrer para jugar a las marionetas de la forma en la que tú lo haces.
Y aquí estoy, por fin curada de mi ceguera, frente a un océano extenso, brillante e inédito, algo tan metafórico que por sí mismo es difícil de describir, dispuesta a dar el salto que me faltaba, el empujón que no me diste para descubrir qué diablos es eso del amor, aunque aún me falte una escalera hacia el cielo.

domingo, 30 de septiembre de 2012

No future.

Una vez se nos ocurrió ir a las afueras de la ciudad y pasamos por delante de un muro pintarrajeado. Tenía todo aquello que una pared blanca expuesta a las gamberradas de grupos adolescentes podía tener: esvásticas rodeadas del símbolo ''prohibido'', la primera letra de anarquía pintada con rojo, la máscara de V, el cogote de Lenin, consignas dichas alguna vez por un gran revolucionario... Prefiero morir de pie que vivir de rodillas. Un cementerio ideológico por el que la gente pasaba sin reparar siquiera, sin darse cuenta de la magia que desprende el arte simple del aerosol, de que las ideas traspasan el cemento para golpear los culos de nuestra ignorancia. Recuerdo que él se quedó quieto, admirando el mural con el ojo crítico de un erudito que visita por primera vez el Louvre. Supuse que estaría orgulloso de lo que otros habían hecho, de las firmes convicciones de algunos que aún se atrevían a creer en la utopía. En su cara esculpida en mármol no se dibujaba ninguna reacción, hasta que sus ojos se toparon con la caligrafía temblorosa, seguramente de un muchacho con cresta y botas militares, de las letras que componían NO FUTURE FOR ME en la esquina superior izquierda.
Hubo una especie de oscilación en el aire que se atrevía a rozar su rostro y de pronto sus cejas se curvaron y se mordió el labio hasta que le salió sangre. Fue como si, de repente, el mundo adquiriera una tonalidad gris y el muro pintarrajeado se volviera rojo de vergüenza y se disculpara por ser tan inútil.
-¿Sabes quién escribió esa frase? -señalaba las palabras NO FUTURE FOR ME con el dedo acusador y en ese momento di gracias de ser un humano y no un amasijo de letras.
-Ignorando la retórica ya que no soy adivina, diré que los Sex Pistols.
-Dices bien y dices mal. Esa frase la escribió un puto gilipollas que escuchaba demasiado punk. Y seguro que sólo se sabía un tema: ese tema. Y seguro que ni siquiera sabía por qué la reina de Inglaterra era tratada con tanta ironía por 'ese grupo tan punk'. Y seguro que llevaba cresta -asentí- y sus papás le compraban todo lo que quería para ser tan punk.
-¿Por qué te cabrea esa frase y no el resto?
-Porque odio, porque me revienta.... Imagínatelo: un grupo de música que cantó un tema sobre un barco de madera en el Támesis por ser la única manera de insultar a su reina de forma legal puso de moda la anarquía. Bakunin debió morir dos veces por aquel entonces.
-Creí que te gustaban los Sex Pistols.
-Sí, pero yo ya creía en la anarquía antes de escucharlos y hacer del NO FUTURE mi lema porque 'en inglés suena más guay'. Y, a la mierda. ¿Sabes por dónde me meto yo su no future? Por el puto culo.
Sacó un spray de uno de los bolsillos de su cazadora vaquera extra-grande y se acercó a la frase que había causado tanta polémica en 1977.
-Esto es lo que pienso yo de los anarcas del palo -y apretó el pitorro.
Volví a aquel lugar 10 años después. Es curioso lo lento que pasa el tiempo en los barrios marginados. Tardé en encontrar el lugar, pero allí estaba. En aquel muro, en la esquina superior izquierda, aún se podía leer: NOW FUTURE FOR ME. Mi nombre salía más abajo, pero lo habían tapado con el graffiti de un pene.



martes, 25 de septiembre de 2012

Plus.

Siempre has soñado con poder salir de tu cárcel de cristal y las paredes de tu habitación se parten el culo de ti.
<<Ahora sólo recuerdas lo bueno. Cuando mires al pasado; recuérdalo tal y como era>>.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Que te follen.

Debería estar llorando. Debería estar compadeciéndome de mí misma. Debería tirarme de los pelos, romper cosas, tirar abajo muros de piedra, gritar cuánto te odio, irme a un bar y pedir una botella de Jack Daniels con mucho hielo y dejar que la locura me invada como a Jack en el Resplandor. Debería estar peor que la última vez que me hiciste daño.
Pero la cosa ha cambiado. Ahora ya no queda amor. Ya no quedan disculpas. Ya no queda una despedida en la que se me caían las lágrimas porque se me desgarraba el corazón de lo mucho que te quería. La tormenta se ha ido y lo ha arrasado todo, ha embarrado todo lo que creí limpio y puro, ha emponzoñado todo aquello que creí tan firme. Y me ha dejado vacía y confusa.
Devuélveme lo que es mío. Devuélveme aquello que sólo podía dar una vez, aquello que creí que al regalar se me tendría en consideración y lo haría todo más bonito. Te he dado lo único que era verdaderamente mío, te he dado tanto... Te ofrecí un cuchillo, mi cuerpo y una diana en el lado izquierdo de mi pecho, confiando en que lo tirarías todo al suelo y me abrazarías.
Te odio tanto. Te quería tanto. Lo has jodido todo tanto por tu estúpida manía de no saber lo que quieres.
Y, sin embargo, aquí estoy. Con la mente más clara que en los últimos tres meses, por fin libre de tu presencia, porque esta vez se ha acabado para siempre. Así que gracias por hacerlo todo tan fácil, por hacerme tanto daño, por hacerme sentir tan sucia, tan traicionada, tan gilipollas. Ahora te odio y eso es más sencillo que echarte de menos, aunque sé que te esperaré en cada esquina con un dardo envenenado en la mano hasta que logre arrancar tu recuerdo de cada parte de mi cuerpo. Hasta que todas las cosas que hicimos juntos no sean más que estupideces de adolescentes inexpertos.

Sólo espero que te arrepientas hasta el final de tus días de haber cometido este error.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Sólo un poco de silencio.

Y ahora cobran sentido todas las letras de las canciones ñoñas, aquellas letras que nunca entendí y que creía echas a máquina. Ahora cobran sentido para mí.
Era una de esas personas que no creía en el amor, pero que en el fondo sólo esperaba que la sacaran de su error.
Bien, pues muchas gracias por hacerlo así. Rápido y conciso. Dándome una hostia nada más abrir los ojos.
Y aún así ni siquiera te odio.

I hope you know
That this has nothing to do with you 
It´s personal, Myself and I 
We´ve got some straightenin´ out to do.


Goodbye, my friend.

jueves, 30 de agosto de 2012

Cállate conciencia.

Vamos a jugar a marear al pato.
No sé qué pasa. No sé que pasará. Y no sé qué pasó y por qué estás tan adicto a ello. Es comprensible volver al pasado y estancarte en él de vez en cuando, nadar en barro una temporada pensando que es bueno para la piel hasta darte cuenta de que está lleno de gusanos. Yo lo hice una vez. Y comprendí que estaba equivocada.
Pero tú sigues obcecado en su pureza, sigues nadando en él pretendiendo que es agua limpia, sigues hundiéndote cada vez más y más en, y voy a decirlo claro, un montón de mierda. No me creo las excusas que sueltas para alargar un poco más tu estancia en arenas movedizas. Jamás me he creído nada de lo que me han dicho si sonaba bien, si sonaba a rosa. ¿Por qué? Porque siempre he tenido miedo a confiar y que me fallen de la forma más dolorosa posible: sacándome el corazón de las entrañas y abriéndolo con cursilería para luego tirarlo a la basura e ir a por otro. Quiero estallar tu cráneo contra un muro y reírme como si estuviera loca, como una bruja de Disney tras cometer el asesinato de la princesa. Pero no podría porque ya es demasiado tarde y se me ha salido el corazón del pecho. Lo veo en tu mano a punto de dormirse, mecido por la estupidez y desgranando un racimo de uvas que ni siquiera se está comiendo. Se está mofando de mí y me asusta saber que tengo todo a mi contra pero me esfuerzo en seguir navegando.
Contra todo pronóstico, mi cáscara nuez sigue intacta. Aún cuando creí que se había hundido hace tiempo.
Puede que me precipite y solamente quiera la sensación que produce ser querido, puede que sólo me haya encandilado el amor. Supongo que a ti también te gusta esa perspectiva de vida dado que te esfuerzas en que te quieran el doble, y cuantos más mejor. Debería colgarte en un árbol y ver cómo agonizas lentamente, cortarte con un cuchillo el estómago y enseñarte las tripas mientras aún vives.
No trates como prioridad a quien te tiene como opción, decían. Quiérete a ti mismo, decían.
Idos a la mierda, decían.
Dejadme dormir.

sábado, 4 de agosto de 2012

Disneylandia.

Cerró el libro, vertiendo un arco-iris difuminado sobre la cama y parte de la mesa. Un puñado de purpurina se esparció por el tapiz, dándole a la alfombra azul un dorado brillo. Su cara hizo una mueca de disgusto y su lengua comenzó a moverse dentro de la boca, intentando expulsar aquel sabor a azúcar refinado que la lectura le había dejado en el paladar. Se encendió un porro. Si tenía que ver unicornios, mejor que fueran producto de la marihuana.

jueves, 26 de julio de 2012

Allí donde solíamos gritar.

La cafetería que había escogido mi buen amigo Charles reflejaba con perfecta franqueza el esnobismo del que llevaba haciendo gala toda su existencia. Había en las paredes papel de la gama sepia que dibujaban extraños estampados a los que no les encontré ninguna gracia. Conferían esos colores un cierto aire vintage a la estancia, que ya de por sí parecía salida de una película en blanco y negro. De estos ornamentados muros colgaban cuadros de directores de películas del siglo XX, todos acompañados de una placa con su nombre y alguna frase célebre que habían soltado en un momento lúcido de su carrera. El que más destacaba era uno de Woody Allen, no sólo por su mera persona, si no por el tamaño de la foto. ''Mi forma de bromear es decir la verdad. Es la broma más divertida.'', rezaba su trozo de metal ennegrecido. 
Me paseé por la estancia y sus mesas de cristal unos segundos hasta decantarme por la que estaba más cerca de la ventana -y más libre de humo-. Un camarero con pinta de haber sido mayordomo en su otra vida me tomó la cuenta, mirándome con unos ojillos de superioridad aplastada por una vida sin ambiciones. Pedí un café que trajo con diligente eficiencia, aunque el ardiente líquido no fuera más que agua chirria demasiado amarga. Le di las gracias, le eché dos sobres de azúcar a la taza de porcelana y esperé. 
Había vuelto a encontrarme con Charles dos días atrás en el metro de Madrid. Lo reconocí por su andar cansado, algo taciturno y torcido, que ya llevaba con desconocimiento en nuestros días mozos. Llevaba además una chaqueta vieja que se había comprado en un outlet en nuestro último año de instituto. Estaba roída por el tiempo, pero bien conservada, como toda buena prenda de piel auténtica. Cuando corrí detrás de él y le di dos toquecitos en el hombro sus ojos me habían enfocado poco a poco, como si al principio creyera que solo se trataba de una indigente que mendigaba algo de dinero.Cuando vislumbró mi cara entre las sombras del pasado su sonrisa se iluminó y las gafas que debía de llevar desde hacía poco, pues en nuestros tiempos gozaba de una notable vista, se le levantaron un centímetro de la nariz, correspondiendo a su sorpresa.
-¡Emily! -exclamó-. Pero, ¿cómo no me has dicho que venías a España? ¡Bribonzuela! 
Le expliqué que me quedaba una semana y no había tenido mucho tiempo de contactar con los viejos amigos. Además, mi antigua agenda estaba perdida por algún lugar de la casa de mis padres, si no la habían tirado a la basura junto con mi ropa de niña. Aceptó mis disculpas sólo con la condición de que quedáramos el viernes en una cafetería nueva que habían abierto en el centro. Protesté, pues prefería volver a visitar la tasca en la que pasábamos las tardes de nuestra adolescencia, un lugar oscuro en el que sonaba rock de la época, pero Charles me dio la noticia de que la habían cerrado cinco años atrás.
-Las cosas no van muy bien. Un negocio como aquel no podía properar en una sociedad tan idiotizada. 
Recordamos nuestras viejas batallas en aquel bar donde habíamos conocido grupos como los Guns y nos despedimos con la promesa de volver a vernos. 
Mi viejo amigo Charles... Mi pobre y viejo amigo Charles.
Apareció por la puerta con sus torpes pasos, haciendo tintinear la campana que pendía de ella. Llevaba su desgastada chaqueta y unos vaqueros que, en contraste, eran nuevos y mantenían su color en perfecto estado. Parecía mayor. Supongo que yo también parecía mayor, pero habíamos envejecido de forma diferente. Él era un hombre de cuarenta años en cuya cara se había dibujado la desilusión ante la vida real, mientras yo saboreaba las mieles del éxito empresarial y conservaba la belleza que había disfrutado en mi juventud. 
...
...


miércoles, 4 de julio de 2012

No me...

Ola, en una corriente. Nace, suave, en un lugar que no conozco, y mecida por la luna navega hasta la orilla, donde rompe cruelmente. Está fría, porque en esta playa no hay nada caliente. Baña mi piel empezando por los pies y siguiendo hasta la cabeza, envolviéndome en un helado manto de indiferencia. Ya no lucho contra la corriente, pero aún me mantengo firme en la arena. Mis manos agarran con desesperación las partículas desintegradas, arañan el cristal y se cortan con las afiladas conchas que se remueven en el agua. Es un ritmo constante. La ola crece, golpea con insistencia y se prepara para otra arremetida. Pero sigo sujeta a la tierra, enterrando mi cuerpo en la arena mojada aunque no sea un buen asidero. 
Mientras la marea me lleva hacia el oscuro fondo marino, ese que es tan hermoso pero esconde un gran peligro, en la orilla tiran de mi unos cangrejitos de finas y sinuosas patas. Me pellizcan la mejilla intentando despertarme del letargo, chillando con odio y miedo. Sé que están preocupados por mí, porque pronto me tragará el océano y allí no podrán seguirme. Sin embargo intento no escucharlos y sé que los negros me están mintiendo, mientras el mar clama con dulzura que me adora y susurra mi nombre a la espuma. Las sirenas acarician mi piel y su canto es hechizante. Sé que los cangrejos se están hartando de mí, y pronto será inevitable que bucee entre la sal. Pero las sirenas me atraen con tanta insistencia...
De momento el cielo está despejado, y luce un sol espléndido. El mar es azul, tanto que duele mirarlo, y brilla en la cresta de las olas que arrastran a los peces. Es hermoso, ¿verdad? Incluso él sabe que es hermoso. Sólo espera a la tormenta que llegará en cuanto me trague para escupir mis huesos sobre la tierra y sembrar con ellos palmeras de desdicha. Palmeras de las que todos se reirán, despreciable humanidad.

lunes, 18 de junio de 2012

Hormigón armado.




Llueve. Al tiempo nunca se le ocurre nada original. Llueve alto, molesto, pesado. De esa forma que solo con escuchar te cala los huesos. Llueve con insistencia, como si las nubes quisieran demostrar algo. Llueve con un ritmo disonante que me taladra los tímpanos. Las gotas golpean el suelo negro, formando ondas en los charcos sucios. Mis ojos las ven grises aunque no tengan color. Pero si caen desde un cielo gris, tienen que ser grises.
En la ciudad todo es gris.
Un hombre con una gabardina negra sale de un supermercado cargado de bolsas. La lluvia lo sorprende y mira a un lado y a otro de la calle, buscando un rincón donde guarecerse. Corre hacia una esquina con las bolsas de plástico azul saltando tras él, llevadas por una mano enguantada en cuero pasado de moda. Lo último que veo de su persona es un puerro que sobresale de una de las bolsas, siguiendo el ritmo frenético del estresado transeúnte. Un gato negro sustituye la figura del hombre, doblando la esquina con paso ágil y escondiéndose bajo un coche del color del metal. A donde quiera que mire la gente corre o se resguarda bajo un paragüas que mantiene una lucha con el viento para no doblarse. Nadie se da cuenta de la presencia de nadie, los ojos están fijos en los charcos del suelo para no meter el pie calzado en una zapatilla que seguramente no costaba su valor.
El humo de los tubos de escape tiñe el aire de marrón y se eleva como un angelito pérfido hacia la bóveda celeste, corriendo, riendo, apestando a combustión de gases y aliento de perro. Un autobús toca el claxon en la esquina este, pero no es el mío. Su color violeta contrasta con los colores tristes de la urbe que amanece con resaca. Tomo un sorbo de café aguado. Una decena de peatones corre hacia el vehículo con ridículos pasitos de momia recién levantada. A una mujer se le cae el bolso y una revista del corazón vuela por los aires. Cae en una boca de alcantarilla y la paradoja me hace sonreír durante unos momentos. La mujer ya ha subido al auto y el chófer la mira con los ojos de alguien que se ha acostumbrado a ir con prisas. La puerta hace ruido al cerrarse. El motor gruñe al arrancar. Las ruedas chirrían cuando giran sobre su eje. Y otra vez el tubo de escape deja escapar a uno de sus hijos bastardos ahumados hacia el reino de los cielos donde, si de verdad hay algún Dios, debe de tener un cáncer de pulmón descomunal. Un cáncer que no lo cura ni Dios. Dato curioso. Me río ante el que debe ser el peor chiste de la historia.
Bajo una berlina, en un día como tantos, una chica espera el autobús para ir a su universidad. Viste una chaqueta vaquera y unos pitillos negros, nada del otro mundo porque hoy se ha levantado demasiado dormida. Su pelo del color de las hojas de otoño le cae, largo y ondulado, por la espalda.
Supongo que si escribiera un libro sobre este momento empezaría así, hablando directamente sobre la protagonista. Supongo que no me lo publicarían, pero tampoco he aspirado nunca a llegar a mucho en el mundo de la literatura. Supongo que ese arte es un don que me ha sido vedado. Mi madre solía decirme que se me daba bien la poesía, pero...
Cruce de miradas.
Ñick. Como una descarga eléctrica que me chirría en el cerebro. Me llega la imagen de un mensaje subliminal de un video viejo en cero coma dos segundos. Unos ojos color miel que parpadean. Y me miran, y sonríen, sonríen aunque no tienen boca, y me desafían a sonreír con ellos, y a seguir mirando, y a desafiarlos a hacer lo mismo y desafiarlos también. Todo en cero coma dos segundos. Demasiado rápido. Busco al dueño del mensaje subliminal efímero, pero la llegada de un autobús demasiado grande me lo tapa. No hay transparencia en la ciudad gris. Me levanto y doy dos pasos hacia la parte delantera del vehículo. Un hombre con barba me empuja sin querer. O queriendo, porque creo que me he colado. Me pongo detrás de él. Observo. Olfateo. Busco un rastro. Ni siquiera recuerdo dónde estaban aquellos ojos. Avanzo un puesto más en la cola y saco la tarjeta color verde de la cartera. Subo. Una escalera, dos. Tienen una lucecilla en el centro que siempre me ha parecido grotesca. Pago sin saludar siquiera, porque en la ciudad gris nadie saluda porque nadie se conoce porque nadie se molesta en conocerse ni a sí mismo. Y miro a través de la ventana del conductor. Y puedo escucharlo, aunque nos separe una carretera transitada por coches metálicos que hacen ruido y sueltan ángeles marrones. Me llega junto al aire enrarecido: la exhalación del humo de un pitillo de liar. Siento una extraña calma, como si lo fumara yo. El pitillo se acerca a una boca llevado por una mano grande y fina de la que pende una pulsera de cuero. Da una calada y sonríe, y es como si esa boca estuviera a dos centímetros de mí. En cero coma dos segundos, veo la cara de un chico que me sonríe de forma subliminal.
El bus arranca.

Me apretujo en uno de los asientos traseros tras abrirme paso entre los pesados cuerpos de las personas que se acaban de levantar. No es tarea fácil, pues son como rocas tozudas que se niegan a despertar de su sueño eterno y se dedican a obstaculizar el camino. Sin embargo, como cada mañana, lo consigo, y me siento con un suspiro de triunfo junto a la ventanilla. La ciudad gris se desdibuja al otro lado, pasando por delante de mis ojos como en un desfile militar al que no le encuentro formas. Apoyo la cabeza en el cristal y dejo que vibre en su fría superficie, removiéndome el cerebro y haciéndome cosquillas en la sien. La humedad de la ventana me moja algunos mechones de cabello color castaño, o marrón otoño, como solía decir mi madre. Y entonces la imagen vuelve, como traída por un susurro, a mi mente, y veo aquel cigarro y aquella boca y aquellos ojos que me desafiaban a seguir un juego que no conozco. Los párpados se me caen y esbozo una especie de mueca, pero no sabría decir si es de disgusto o de diversión. Le doy demasiada importancia a las cosas pequeñas, como esta. Un simple cruce de miradas que ya ocupa mi mente en el viaje en autobús de la mañana. Pero todo capta mi atención, y veo la belleza de las cosas en cada nimiedad: la caída de una hoja del árbol, una hormiga que carga con un peso veinte veces mayor que ella, la estrella brillante que pende del cielo todas las noches... La única estrella que se puede ver, tan solitaria, cuyos amigos ha robado la contaminación lumínica.

jueves, 14 de junio de 2012

Vo-ca-li-za.

La forma de entender algo es lanzando la pregunta al aire, dejando una incógnita sin resolver. Darle vueltas, torturarla, pisotearla y mofarse de ella hasta que quede en un rincón olvidada, machacada por el peso de tu melancolía, traumatizada e inservible. Deberás entonces irte, irte lejos. De vacaciones en la Roma que nunca has visto, con una maleta de cuero y lo indispensable para sentirte guapa, con un pañuelo que huela a salvaje primavera y unas gafas de sol de cristal oscuro que oculten la perversión de sus ojos.
Un clavo saca a otro clavo y huir es la solución a todos tus problemas. La piedra del camino que habías apartado parecerá entonces una minúscula hormiga fácil de aplastar, tan distante en la lejanía, tan cerca del principio y sin posibilidad de acceder al final. El circunloquio será un camino yerto que seguirás con inocencia, con una sonrisa en la cara, sobre los zapatos de tu confianza.
Y entonces pum, pared. Pared y piedra para la persona que creía haber maltratado al problema hasta hacerlo llorar de rabia.
La roca, ahora más grande y pintada de verde por el musgo y la borralla, se habrá convertido en un cúmulo de sedimentos reprimidos, aplastados con la esperanza de ser olvidados en lo más hondo del rincón de los lamentos. Será un señor Mineral con monóculo y bigote de pega, zafio y mezquino como sólo los más negros sentimientos del alma habrán sabido gestar.
Golpeará la piedra la fina capa de cristal que cubría el risueño rostro para hacerlo sangrar de hipocresía, y será entonces cuando suenen las trompetas y empiece una nueva guerra civil en tu conciencia.

domingo, 10 de junio de 2012

Charles Baudelaire diría...

El pirata girará la rueda de norte a sur, de este a oeste, infinitas veces hasta que el timón ya no señala a ningún lugar y el barco encalla en una playa desierta. Será entonces un navío cuya tripulación se bambolee, impresionada y extasiada por el triunfo de haber sobrevivido a tal naufragio, sólo para darse cuenta de que el capitán ha desaparecido. Y vuela en el Apolo 11 hacia Marte soltando espumaracos por la boca.
Los monos saldrán de sus jaulas, se comerán la madera que recubría la perla del mar. Rasgarán las velas de blanco desteñido por el humo y romperán el mástil trepando por él en una loca carrera. El timón caerá, inerte, con un golpe seco, sobre la cubierta de marfil, sangrando sal y canciones de ron. Y el Terror quedará yerto, vacío en su esqueleto de hierro y varado sobre la isla de Robinson.

domingo, 3 de junio de 2012

Ojalá se me olvidara hasta tu nombre.

Y aún después de todo este tiempo el pájaro de mi pecho sigue cantando cuando te veo. Aletea incansable cuando nuestras miradas se cruzan y yo la aparto con algo parecido al asco y el miedo. Me gustaría coger una escopeta y bucear en ese lugar al que llaman corazón para romperlo y enterrar al ruiseñor más abajo de mi vientre, en un amasijo de vísceras y sangre, para que cuando cante me haga vomitar.
He hecho seis documentos en la oficina de mi mente en los que expongo la razón de mi querella y te denuncio  por maltrato. He convencido a mi lengua para que escupa veneno sobre tu nombre y me he prohibido nombrarlo por completo y paladear sólo una burla de él. Todo lo que es puntiagudo me recuerda a ti y no puedo evitar odiarlo.  Me he inventado maneras de resetear la memoria para no buscarte en cada rincón del mundo, doblando la esquina del bulevar de los sueños rotos, en los barrios de Suburbia. He asentido y he salivado palabras que sentía en parte, porque lo cierto es que te desprecio. Porque tú me has hecho daño.
Y ya solo echo de menos esa complicidad que al mirar desde un plano tan alejado como el presente encuentro falsa. Veo un retrato en el que te observo con una sonrisa y tú miras al frente, esperando encontrar una manera de alzarte sobre mí y cubrirme con el manto que robaste a Narciso. Y me pinto una cara de aceptación porque me conformo con mirarte desde el suelo, cuando lo cierto es que yo misma me he cavado el agujero en el que me metiste.
A veces me golpean recuerdos que abren sus alas como cuervos negros y entonces mi propio cuerpo se estremece de repugnancia. Y sacudo la cabeza, intentando espantarlos, pero hay lugares que ya son sólo una prueba del pecado que cometimos.
Y si, y si, y si. Y si pudiera volver al pasado, prohibirte acercarte a mí, cambiarme el vestido negro, desviarme tres metros a la derecha, no preguntar por nada, no apostar por causas perdidas, no ser tan caprichosa... Saber. Saber que yo estaba ahí para todo y tú te encontrabas ausente, sentado en tu trono sin corona, alabado por tus perros falderos, tus bufones y tus bailarinas exóticas. Y ahora lo siento, ya es demasiado tarde. Te has convertido en un tirano, y tus perros te han mordido, tus bufones te han convertido en su chiste particular y tus bailarinas exóticas han descubierto el tamaño de tu pene.

jueves, 31 de mayo de 2012

La alta cuna de la que me caí.

La prima Margaret curvó sus finos y siempre fruncidos labios en una sonrisa de fingida cordialidad, ocultando tras ellos un dardo impregnado en veneno de víbora.
-Querida ¿qué opina de la nueva colección de sombreros de París?
Alcé la vista hacia su rostro.
-Sublime, sublime -no tenía ni repajolera idea de lo que me estaba hablando-. Unos sombreros exquisitos -y me imaginé a mí misma comiéndome uno.
-¿Y cuál es su preferido? -Miss Smith se inclinó hacia mí y me sirvió una taza de té. El líquido calló sobre el recipiente con un sonido que me recordó al de un caballo orinando sobre el asfalto. Volutas de humo ascendían de él, arrebolándose en el ambiente y dispersándose como niños traviesos o diablillos salidos del infierno.
-El que tenía la cinta verde -siempre había uno que tenía la cinta verde, con eso no podías fallar. Era tan seguro como que en invierno hace frío y tan común como la frigidez entre las mujeres de la clase alta londinense. Bueno, puede que un poco menos que eso.
-Oh, yo ese lo encontré horrendo. Pero bueno, ya sabemos que tú gusto es algo peculiar.
-Yo sólo quiero lo mejor para mi cabeza.
-A veces lo mejor no siempre es lo más adecuado -y la mujer que se sentaba cerca de la prima Margaret tomó un sorbo de té como para dotar sus palabras de lapidaria serenidad. Se hizo un silencio de aprobación, aunque todas sabíamos que lo que había dicho no tenía ni una pizca de sentido. Apodé a la mujer Miss Mema y decidí que sus frases ya sólo serían un canto molesto para mí.
-Ayer Guinevere vino a visitarme con unos guantes de piel de corderillo -otra repipi, vestido verde-. ¡De piel de corderillo, imaginaos!
-¡De piel de corderillo!
-¡Oh, Dios mío!
-¡De corderillo!
Por un momento, la sala quedó en silencio y todos los ojos se dirigieron a mí, esperando que diera un bufido de indignación ante el desfavorable uso de la prenda de Miss Guinevere.
-¡Guantes... feos! -mi cerebro le pegó una patada a mi lengua por desobediente. Miss Mema se tapó la boca con una de sus finas y arrugadas manos para ocultar la carcajada que pugnaba por salir de ella. Las viejas arpías me miraban con incredulidad.
El momento incómodo duró sólo unos instantes hasta que, instigadas por el amor al cotorreo, la de verde graznó:
-Desde luego hay gente que usaría diamantes a la hora del desayuno -desde luego,desde luego. ¿Qué sería lo próximo? ¿Fumar sin filtro? ¿Beber sin copa?
-Hablando de eso, el otro día, en el Brunch de Mr. Swiper, vieron a Lady Lilliant tontear con el ricachón de Venezuela.
-¡Oh, madre de Dios! Está usted tomándome el pelo, pero si ese hombre tiene cincuenta años.
-¡Y la chiquilla dieciocho!
-¡Y el señor una mina de oro! -solté sin tapujo alguno posando el té sobre la mesa-. De lo que se deduce que el amor no es ciego, si no interesado.
-Bueno niña, las cosas son así. Hay que pensar siempre en lo mejor para la familia y para Gran Bretaña -y la vieja vestida de negro acompañó su discurso haciendo la señal de la cruz y besando su rosario. Estaba segura de que Dios lloraba por su culpa en algún lugar del Reino de los Cielos.
Mordisqueé una pasta ignorando el comentario de la señora de luto.
-Lalalalalala.
De todas formas, sí era verdad lo que decía.
-Lalalala.
Aunque me negaba a creer que yo sufriría el mismo destino.
-¡Lalalalalala!
-¡Morgana!
-¿Qué?
-Miss Rawen le está hablando -mi prima rechinaba odio y sus ojos me gritaban cándidamente que la estaba dejando en ridículo.
Miss Rawen, claro. Miss Mema.
-¿Sí?
-Decía que cuándo pensaba casarse la señorita -un retintín reprochador bañaba todas y cada una de las sílabas que pronunciaba.
Tintineé el dedo índice derecho sobre la pasta, toquetéandola un poquito. Me eché hacia atrás en el sillón, Mire a aquella mujer de pelo blanco y ojos fríos. Me reí de ella interiormente. Me mordí el labio inferior y puse los ojos en blanco. Torcí el gesto, crucé las piernas, las descrucé y lancé la galleta al aire. Me levanté.
Me aburría soberanamente.
-Soy lesbiana.
Y salí de la habitación vanagloriándome de aquella mentirijilla que me libraría para siempre de la hora del té. -Ah, y creo que estoy enamorada de Margaret.
Jaque mate.



martes, 1 de mayo de 2012

Del palo.

>>Bueno, antes de empezar debo decir que no pienso cortarme en este tablón. Que si lo hago es para intentar que vosotros, animales, razonéis un poco y os ganéis ese derecho a creeros superiores.
Con esto de las modas, la sociedad va dando cada vez mas asco. Recuerdo cuando hace solo un par de meses, tener una ideología liberal era considerado como "oh, esa tía está loca" o "es una inconsciente, quiere una utopía". Recuerdo cuantas tardes me pasé defendiendo que la Anarquía podría ser posible, pero no ahora. Recuerdo que, muchos de los que ahora se consideran a si mismos "anarquistas, pacifistas, o hippies", en su día me llamaron loca, y sabéis que os digo?
Que me dáis asco, todos y cada uno de vosotros, porque desprestigiáis absolutamente la mentalidad de muchas personas que se dejan la piel en aprender de sí mismos y de los demás cada día, personas que han formado su propia forma de pensar sin influencias ni MODAS absurdas.
Así que, niñatas anarquistas del palo, hippies que por fumarse un verde se creen los más concienciados ..
.. creo que la única solución para esta absurda moda que personalmente me toca los cojones con ganas, es que empecéis a pensar por vosotros mismos, que no creo que sea tan difícil.
Habéis perdido mi respeto, y posiblemente el de todas las personas que piensen como yo, y que se hayan dado cuenta de esta estupidez.
Así que, la próxima vez que me conecte al tuenti, intentaré no pensar en las niñatas que rondan por aquí con estados y tablones poniendo lo "anarquistas y liberales" que son, y me limitaré a sentir asco por vosotros.
Con todo el desprecio del mundo, un saludo.
- E.O

jueves, 19 de abril de 2012

Educación físicaJAJAJAJAJAJAA.

Érase una vez que se era un cuento nada original, porque empezaba con la palabra érase. Era un cuento ordinario, común, banal y copiado a rajatabla de otros cuentos infantiles, más bonitos incluso. Era un cuento redundante. Era un cuento previsible y delgadito que si se ponía de lado desaparecía de la vista. Era un cuento en Blu-ray Disney. Un clásico entre los clásicos. Pero era un cuento, al fin y al cabo. Llegó a mis manos a través del caballero de la Nariz chata, famoso por alojar en sus orificios nasales dragones de cien colas, que a su vez lo consiguió de manos de un detective entrado en años al vencerlo en duelo con una espada de madera. Pero ya lo decía Sócrates: la madera me da palo.
El cuento decía así:
Érase una vez que se era una torre encantada, tan alta que su mayor enemiga era la luna, que la envidiaba. Pero como la luna es un ser inerte, de ella no diré nada. En la torre vivía Rapunz... Elizabeth, se llamaba. Tenía una melena larga llena de sapos y ranas. Como la torre no tenía puerta, la muchacha encerrada estaba. Por maleficio una bruja habíale confinado en la atalaya. La visitaba a diario, y estas palabras le echaba:
-Tú por ser tan hermosa, que me oigan todos bien, no mereces otra cosa que vivir sin tocar piel.
-¡Envidiosa! -Rapuz.. Elizabeth le ladraba, no era princesa tonta. Tenía una biblioteca fenomenal, y entre sus libros favoritos se hayaba el Capital.
Vera la bruja le escupía en la cara y cada día le lanzaba un hechizo más taimado:
-Por hacerme ese desaire, tu único oficio será peinarte.
Y así fue, durante un año, Elizabeth desgastó diez peines. Sapos y ranas huían de su cabello, que cada día tenía más lustroso y bello.
-Al menos es un buen remedio contra la sequedad, lo que se pierden los de HyS -se intentaba consolar.
Tenía la pobre chica un amigo muy querido, era un enano del bosque que la visitaba en domingo. Hablabale a voz en grito desde la ventana. Y el enano la miraba desde tierra.
-¡Hola, Alexandre, enano de mier...!
-Cállate, foca. Quiero mostrarte algo -y sin más dilación, Alexander dio un salto. Luego otro, y otro más, danzando sin ton ni son y sin seguir un compás. Bailaba el malnacido como si lo hubieran electrocutado. Por no saber, no sabía ni girar sentado. Después de media hora, Elizabeth perdió la conciencia. Se durmió sobre la ventana y el pelo le colgó hasta el suelo. Y si habéis notado que esto no rima, chupaos un dedo.
Mientras dormía, Eli se peinaba. A medianoche, el peine calló a la nada. Un caballero aguerrido pasaba por ahí, y al ver el peine lo cogió con un tirirí. CON UN TIRIRÍ HE DICHO. Lo miró con recelo, sin saber para qué servía. ¿Qué diablos era eso, y esas púas qué hacían? ¿Sería un arma mortal de la bruja de la Guía? (Ese era el nombre del bosque, por si no lo sabíais) Antonio lo miró fijamente, y se lo llevó a la boca.
-Pues comerse no se come -dijo con parsimonia.
Como era cuadrado, echo mano de la imaginación. Metióselo en la pitrina para abultar el pantalón.
Su fiel escudera, Alba, lo miraba con atención. De pronto escuchó un ronquido y alzó la cabeza para observar a la bella princesa dormida en el balcón.
-¡Mire, Sire! ¡Un burro rebuzna en la torre encantada!
-Pero qué dices, chalada, si eso es una muchacha.
Miró el bueno de Antonio con atención a la princesa. Aparte de una buena cara, tenía un buer par de... La rima está clara.
Como era un caballero fino, despertola de un chillido. Elizabeth se sobresaltó y maldijo tanto ruido.
-Ya sabes lo que tienes que hacer -le dijo la buena mujer. Y era cierto, pues en los cuentos era muy famosa la historia de Rapunzel. Así que tiró la doncella su pelo largo y rizado, y Antonio tras subir un metro viose acojonado.
-Oye guapa, que yo no subo, que esto está muy alto.
-Pero caballero, no sea usted deshonrado.
-A la porra la honra, yo llamo a los bomberos.
Y saco Nono su móvil, que era táctil y tenía wi-fi, y pronto un coche de bomberos apareció en el rifi-rifi.
Andrea sacó una escalera de mariposas, y Elizabeth bajó. Y la historia, como siempre, muy bien acabó. Disney compró sus derechos y muchas copias vendió.

jueves, 12 de abril de 2012

A deshoras, sale el sol alumbrando una esquina y alegrándome el día.

Busco besos fáciles en el rincón de la luna, tambalearme en el cielo junto a estrellas drogadas, donde no quede encendida ni una, con una botella de vodka en la mano y vertiendo el líquido sobre tus labios, para que tengan sabor. Destrozar la acera con un tacón dislocado, ir descalza cuando me he colocado. Esnifar las rallas de la carretera y correr de repente hacia un camión que toque el claxon. Busco sonreír sin saber lo que se siente, hacerlo por vicio, hacerlo por necesidad de aparentar que me hacéis gracia. Busco quemar un billete y fumármelo bajo el agua, con burbujas por humo devolviéndome una imagen incongruente, explotando en mil pedazos. Busco encontrar un corazón en el suelo que alguien se haya olvidado, un tesoro secreto que nadie haya encontrado, una isla desierta que no hayamos violado y un cartel en mi puerta que ponga, con letras negras, ocupado. 


jueves, 22 de marzo de 2012

No le importas lo más mínimo.

Es la verdad. Ni siquiera un poquito. Simplemente eres una fuente de la que beber en una travesía hacia un nuevo oasis, más grande y mejor que tú. Pero, recuerda: lo que para unos es sólo una fuente, para otros es el agua de la que beberán tras casi morir sedientos.

viernes, 16 de marzo de 2012

Soy el sentimiento de rechazo de Jack.

Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas, o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropa, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados. No sois vuestra cuenta corriente. No sois el coche que tenéis, ni el contenido de vuestra cartera. No sois vuestros pantalones. Sois la mierda cantante y danzante del mundo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Lana del Rey - We were born to die.



Repetimos los errores de la historia porque pensamos que esta vez saldrán de modo diferente. Esta vez ganaremos la guerra, esta vez lloverán flores en vez de bombas, esta vez la sangre será sirope y los miembros mutilados se convertirán en polvo de estrella al ser cercenados por las balas. No habrá dolor porque las heridas nos harán cosquillas, el hambre engordará nuestras carnes y nos alimentaremos de esperanza y amor, nutriéndonos de las promesas electorales que, con certeza, se cumplirán pasado mañana. Lucharán en la guerra hombres, mujeres y niños, porque será como un juego en el que los proyectiles pintarán de color rojo el páncreas del enemigo, que estará en el otro bando simplemente porque prefería utilizar el uniforme azul eléctrico al rojo o morado. Como en una explosión, cuajarán los ejércitos, uniéndose en la expresión más firme, hermosa y salvaje de la humanidad: la autodestrucción.

lunes, 5 de marzo de 2012

Soy el cáncer de colon de Jack.

Hay cosas con las que puedes vivir. Un lunar mal situado, una pequeña asimetría en tu cara, el hecho de que nunca te tocará la lotería, saber que puedes contar a los amigos de verdad con los dedos de una mano, que las matemáticas son difíciles y que tienen más letras que números, que no existe la magia, que Hollywood te ha criado en un mundo que no es real, que tus padres son los reyes, que los reyes no son nadie, que la gente decepciona, que hay que saber perdonar y hay que saber no hacerlo, que el dinero es lo que mueve el mundo y que no eres el protagonista de ninguna historia. Pero no se puede vivir con una enfermedad, aunque sea benigna, y tarde o temprano hay que extirparla. Aunque le hayas cogido cariño.

jueves, 1 de marzo de 2012

1.Te encuentras caminando en el bosque, pero estás solo, ¿con quién te gustaría ir o estar en el bosque? 


Prefiero sola.

2. Sigues caminando por el bosque y de pronto te aparece una fiera, ¿qué animal ves? 



Leopardo.

3. ¿Como interactúas tú y el animal?, es decir, ¿qué pasa entre el animal y tú?



Me bufa y me mira con odio, pero no me ataca porque me respeta. 

4. Sigues caminando por el bosque y te vas internando cada vez más, hasta que descubres que llegas a un lugar despejado y plano. En ese claro hay una casa, es la casa de tus sueños ¿qué tamaño tiene esa casa? 



Típica cabaña de madera.

5. ¿La casa de tus sueños que estás viendo tiene reja o algo que la proteja? 

No



6. Después de pensarlo decides entrar a la casa de tus sueños. La exploras un poco y descubres que llegas al área del comedor y justo enfrente de ti está la mesa para comer. Describe qué es lo que ves SOBRE y ALREDEDOR de la mesa. 

Un cuenco con frutas y sillas.


7. Sales de la casa por la puerta trasera y te das cuenta de que hay una taza tirada en el suelo. ¿De qué material está hecha esa taza? 



Porcelana.

8. ¿Qué haces con esa taza?



La dejo como está. 

9. Sigues caminando hasta llegar al límite de la propiedad de la casa de tus sueños. Justo en ese lugar te das cuenta de que estás en la orilla de un “cuerpo de agua”. ¿Qué es exactamente ese cuerpo de agua que estás viendo? 



Un lago.

10. ¿Cómo lo haces para cruzar el agua? 



No me apetece cruzarlo, aunque usaría una barca.


1. La persona en la que estás pensando es la persona más importante en tu vida. 

2. El tamaño del animal que viste representa la percepción que tienes sobre el tamaño de tus problemas. 

3. El grado de interacción que tienes con el animal representa cómo manejas tus problemas, es decir, cómo eres de pasivo o de activo ante un problema. 

4. El tamaño de la casa de tus sueños representa lo ambicioso que eres para resolver tus problemas. 

5. Si no ves ninguna reja, indica que eres una persona muy abierta. La gente para ti es bienvenida a cualquier hora y en todo momento. Por otro lado, la presencia de una reja en la casa, indica una personalidad más cerrada. En este caso, eres una de esas personas que preferirían no recibir a ninguna visita que no hayas estado esperando. 

6. Si en la mesa no viste comida, gente o flores, entonces generalmente eres una persona infeliz. 

7. La durabilidad del material del que está hecha la taza representa la forma en que tú percibes la durabilidad de la relación que mantienes con la persona de la respuesta número 1. Por ejemplo, si viste una taza de hielo seco, de plástico o de papel, entonces es una relación desechable. Pero si por otro lado, tu taza es de metal o de cerámica, entonces la percibes como muy duradera. 

8. Lo que hayas decidido hacer con tu taza representa tu actitud al romper una relacion amorosa. 

9. El tamaño del cuerpo de agua que viste representa el tamaño de tu deseo sexual.(un mar sos muy calenton)

10. como lo cruces, indica la importancia relativa de tu vida sexual, ej(balsita de madera:te acostas con cualquiera) 
 .  


lunes, 27 de febrero de 2012

Nunca máis.

Podía haberlo adivinado, al fin y al cabo no era tan difícil verlo. Sabía que esto nos condenaría a los dos, y así ha sido. Quiero decir, me importa una mierda el resto, pero, ¿y la confianza? En un cubo de la basura del parque que está cerca de mi casa, supongo, flotando entre inmadurez y estupidez varia. Lo peor es que me da igual, se me han quitado las ganas de intentar conservar algo que sólo yo intento salvar, y se me han quitado las ganas hasta de hablarte. Si tuviera una máquina del tiempo... Pero bueno, me dijeron que no me arrepintiera jamás de lo que hago, así que me lo tomaré como una lección de vida: no tocar a un amigo fuera de los límites establecidos, nunca más.

miércoles, 22 de febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Quea cossa?

Simba: -Sí, parece que los vientos cambian…
Rafiki: -Cambiar es bueno…
Simba: -Sí, pero no es fácil… sé lo que tengo que hacer pero… si regreso tendré que enfrentarme al pasado, y llevo tanto tiempo huyendo de él…
*Golpe que le pega Rafiki*
Simba: -Ehh! ¿Por qué has hecho eso?
Rafiki: -No importa… está en el pasado…
Simba: -Sí, pero aún duele…
Rafiki: -Ohhh si, el pasado puede doler… pero tal como yo lo veo puedes o huir de él o… aprender.
*Rafiki intenta golpear de nuevo a Simba y éste le esquiva*
Rafiki: -¿Lo ves? Bien, ¿Qué vas a hacer?



sábado, 11 de febrero de 2012

Y lo publico porque me hace gracia.

Estoy deprimida, y no sé por qué. Tengo ese nudo en la garganta que te atenaza todo el cuello y muere en la laringe con un silencioso dolor. Creo que incluso tengo los ojos rojos e irritados por lágrimas que no quieren salir sin un motivo y por mirar al suelo durante todo el día. Sí, no he podido andar mirando al frente cuando he salido de casa, parecía que un gran elefante con una copa de martini en la mano adornada por una aceituna se había posado en mis hombros. Quizás fue convocado por mis recuerdos o por la película pastelosa que había visto por la mañana, Moulin Rouge. Quizás la envidia de una vida maravillosa, divertida, nueva y con algo que, desgraciadamente, pone color a nuestros días; el amor. Suena cursi, así dicho, amor. Es una palabra tan grande que no deberíamos aprender a decirla hasta los veintimuchos. Yo no puedo hablar de amor, porque nunca lo he sentido, así que dicho en mis labios queda vacío, forzado y escueto, como un patito de goma desinflado.
Ahora se me ha deshecho el nudo y me ha dejado una agradable calidez en la garganta. Estoy más relajada porque lo he soltado todo. Todo lo que no me digo a mí misma y vierto aquí, en un espacio público donde pueden leerlo todos. No me gusta mostrarme débil, y por eso no creo que lo publique, y quedará olvidado en borradores. Pero da igual porque mañana ya no sentiré esto y me dará la risa y porque, total, no está muy elaborado artísticamente, que digamos.

jueves, 2 de febrero de 2012

Y de pronto, 17.

Y no te lo puedes creer, porque hace nada que veías digimon en televisión española, que jugabas en tu game boy, que saltabas a la comba, que contabas los años para llegar a secundaria y que eras feliz con cada estupidez que te pasaba.

Y aquí estoy, un año más, prometiéndome que este será el mejor de mi vida hasta que vuelva a cumplir de nuevo.
Y lo será.

sábado, 21 de enero de 2012

La rotura de cristal

Hay una etapa de tu vida que vives sumido en un sueño. Es la etapa que abarca desde tu nacimiento hasta el día en el que entras de lleno en la adolescencia y tomas plena consciencia de tus actos. A algunos les llega más tarde que a otros, pero es como si de pronto salieras de una crisálida convertido en algo nuevo, con ideas diferentes y aspecto de mariposa. Y de pronto todo lo que has hecho hasta el momento te avergüenza.
Por supuesto no hablo de larvas, si no de esa especie tan retrasada llamada ser humano.

 El ser humano común observa sus fotos de hace dos años, o incluso uno, en tuenti, y no puede creer lo que ven sus ojos. Pelo enmarañado, mirada perdida y, OH DIOS MÍO, sin raya ni maquillaje, y ropa cavernaria. Los pantalones de pana pueden finiquitar este horror y mandar directamente al sujeto en cuestión al ambulatorio. <<Pero si era un puto orco>>, piensa, grita o publica en la página web de El País. Ante esta frase se pueden dar dos reacciones variantes:
-Efectivamente, antes eras un orco, pero ahora que te compras ropa en Zara y llevas el pelo engominado y sales de fiesta, no.
-Efectivamente, antes eras un orco, ahora has conseguido el status de gollum.
Si seguimos el esquema de las redes sociales, suele darse el caso de que el homínido en cuestión decida observar antiguos comentarios kKaAreEntEsh dEhh tOodaH lòòjIkaAh y, en definitiva, vergonzosos, en los que cada frase terminaba con un te quiero regalado cual caramelo el día de la cabalgata de reyes. Esto lleva metódicamente al metroflog y su mecagoenlamierdaerauncompletogilipollas. Pero eso es terreno vedado. La última foto del mío es un lobo con los ojos brillantes. Sí, me he metido a ver.

Supongo que tenía que darle un matiz algo más cómico al asunto. Hace poco vi un capítulo de CCAVM en el cual todos se daban cuenta de los pequeños defectos de sus amigos de pronto y empezaban a no soportarlos. Se les rompía el cristal, aquel que aún nos envuelve al abandonar la crisálida.
Quizás deba llamar a ese cristal sociedad. La sociedad que te incita a pensar en el qué dirán, en lo raros que son ellos, en que no encajas porque te has quedado demasiado tiempo dentro del cascarón pero con los ojos bien abiertos. Y de pronto te das cuenta de la realidad, de que te importa lo que dice la gente, de que no quieres seguir igual, de que, en definitiva, te ha golpeado la sociedad.

Francamente, querida, me importa un bledo.
Después de todo, mañana será otro día.

miércoles, 4 de enero de 2012

Cosas que hacer antes de morir.

-Ir en chándal por el náutico
-Hacer una carrera a rebolos por la cuesta del Keller (creo que para esto tendré que haber bebido bastante en dicho local)
-Hacer ala delta
-Volver a tirarme desde un trampolín alto
-Echarle aceite al columpio del MQA
-Hacer un Railway
-Vivir durante varios años en, por lo menos, dos sitios diferentes
-Aprender a hablar bien por lo menos tres idiomas (español, inglés y algo más)
-Ver la última película de la saga Harry Potter de una puta vez.
-Ver todas las pelis de la lista de películas que tengo
-Conocer a algún famoso
-Escribir un libro (si es posible, publicarlo)
-Trabajar en algún progarama de la Sexta tipo Salvados o el Intermedio. En su defecto, hacer periodismo del bueno
-Inventarme una vida ficticia y emocionante cuando vive en otra ciudad (si es durante poco tiempo)
-Colgar un candado en algún puente de Roma con mi nombre demostrando el amor que siento por mí
-Tener una etapa bohemia de fumar hierba y escribir mucho después de la uni
-Pintar un cuadro y colgarlo en todas las casas en las que viva
-Comprarle un barco a mi padre (ya lo veo chungo)
-Darle un beso en la mejilla a los guardias ingleses de la reina
-Recorrer el mundo, claro
-Ir a un concierto de Ska-p.
-Ir a un concierto e Greenday.
-Ir a un musical de Broadway.
-Desayunar croissant y café enfrente del Tiffanys de Manhattan.
-Dormir en la playa
-Tener una relación con poeta/músico (qué cursi suena)
-Hacer un estudio de la longitud del miembro viril comparado con distintos países, razas y culturas
-Callarle la boca a un cura con razonamientos lógicos sobre su bonita Biblia
-Entrar en una Iglesia y empezar a estornudar y a toser como si diera alergia
-Ir a una fiesta de blanco en la playa
-Intentar aprender a hacer surf
-Conocer a Patrick Rothfuss y decirle que es mi ídolo
-Montar en la montaña rusa más alta del mundo con N
-Descubrir de donde viene el mote de Babucho
-Probar el LSD